Cirrosis hepática: epidemiología, causas, cuadro clínico, diagnóstico y tratamiento
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que se caracteriza por un daño y cicatrización progresiva del tejido hepático. Esto puede llevar a una disfunción del hígado y a un aumento del riesgo de complicaciones graves como la insuficiencia hepática y el cáncer de hígado.
¿Cuál es la epidemiología de la cirrosis hepática?
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que afecta a millones de personas en todo el mundo. La incidencia de la enfermedad varía significativamente entre los diferentes países y regiones, dependiendo de factores como el acceso a la atención médica, los estilos de vida y las tasas de infección viral.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cirrosis hepática es la 12ª causa de muerte a nivel mundial. Se estima que alrededor de 700 000 personas mueren anualmente debido a la enfermedad. La tasa de mortalidad global es del 2,8% por 100.000 habitantes, con una tasa más alta en los hombres que en las mujeres.
La cirrosis es más común en los países de bajos y medianos ingresos. En estos países, las principales causas de cirrosis son la hepatitis viral crónica B y C, así como el consumo excesivo de alcohol. En los países de ingresos altos, las principales causas son el alcoholismo y la enfermedad de hígado graso no alcohólico.
En América Latina, se estima que alrededor del 25% de las muertes por cirrosis están relacionadas con el consumo excesivo de alcohol. En Europa, el 30% de las muertes por cirrosis están relacionadas con el alcoholismo. En Asia, la hepatitis B y C son las principales causas de cirrosis, con el 70% de las muertes relacionadas con estas infecciones virales.La incidencia de la cirrosis hepática está aumentando en todo el mundo debido a la creciente prevalencia de factores de riesgo como el alcoholismo, la obesidad y las infecciones virales.
¿Cuáles son las causas de la cirrosis hepática?
Una de las causas más comunes de cirrosis hepática es la hepatitis viral crónica B y C. La hepatitis B y C son infecciones virales que pueden causar daño al hígado y, si no se tratan, pueden evolucionar a cirrosis. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis B y C son responsables del 80% de las muertes por cirrosis hepática en todo el mundo.
Otra causa común de cirrosis es el consumo excesivo de alcohol. El alcohol es tóxico para el hígado y puede causar una variedad de trastornos hepáticos, incluyendo enfermedad hepática alcohólica, hígado graso no alcohólico, y cirrosis. El consumo excesivo de alcohol se ha relacionado con un riesgo significativamente mayor de desarrollar cirrosis, especialmente en personas con hepatitis viral crónica.
La cirrosis puede también ser causada por enfermedades metabólicas, como la enfermedad de Wilson, la hemocromatosis, y la enfermedad de Gilbert. Estas enfermedades son causadas por una acumulación de metales tóxicos o una acumulación de bilirrubina en el hígado y pueden causar daño y cicatrización del tejido hepático.
¿En qué consiste su fisiopatología?
El proceso fisiopatológico de la cirrosis hepática comienza con el daño de las células del hígado, conocido como células hepatocitos. El daño puede ser causado por una variedad de factores, incluyendo la hepatitis viral crónica, el alcoholismo crónico, y enfermedades metabólicas. A medida que las células del hígado son dañadas, el cuerpo intenta reparar el daño mediante la formación de tejido cicatricial.
Con el tiempo, el tejido cicatricial se acumula en el hígado, lo que conduce a una disminución de la función del hígado. El hígado no puede desempeñar sus funciones normales, como la detoxificación, la síntesis de proteínas y la regulación del metabolismo. Esto puede causar una variedad de trastornos, incluyendo hipertensión portal, ictericia, y encefalopatía hepática.
La cirrosis también puede causar un aumento de la presión en las venas que drenan el hígado, conocido como hipertensión portal. Esto puede causar varices esofágicas y sangrado gastrointestinal. El aumento de la presión también puede causar la acumulación de líquido en el abdomen, conocido como ascitis.
La cirrosis también puede causar una disfunción del sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de infecciones. La disfunción del sistema inmunológico también puede causar un aumento de la susceptibilidad a ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de hígado.
¿Cuáles son las complicaciones de la cirrosis hepática?
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica que se caracteriza por un daño progresivo del hígado, causando complicaciones graves. Algunas de las complicaciones más comunes de la cirrosis hepática incluyen:
- Hipertensión portal: La acumulación de tejido cicatricial en el hígado puede causar un aumento de la presión en las venas que drenan el hígado (hipertensión portal). Esto puede causar varices esofágicas y sangrado gastrointestinal, así como acumulación de líquido en el abdomen (ascitis).
- Encefalopatía hepática: La cirrosis puede causar una disfunción cerebral debido a la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro como el amoníaco. Los síntomas pueden incluir confusión, somnolencia, y trastornos del habla y la memoria.
- Insuficiencia hepática: La cirrosis puede causar una disminución de la capacidad del hígado para funcionar adecuadamente, lo que puede llevar a insuficiencia hepática. Los síntomas pueden incluir ictericia, debilidad, y pérdida de apetito.
- Infecciones: La cirrosis puede causar una disfunción del sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de infecciones.
- Cáncer de hígado: La cirrosis también aumenta el riesgo de cáncer de hígado.
¿Cuál es el cuadro clínico de la cirrosis hepática?
El cuadro clínico de la cirrosis hepática puede variar dependiendo de la causa subyacente y el grado de daño hepático. Sin embargo, algunos de los síntomas más comunes de la cirrosis hepática incluyen:
- Fatiga: Muchas personas con cirrosis experimentan fatiga y debilidad debido a la disfunción del hígado.
- Pérdida de apetito: La cirrosis puede causar una disminución del apetito y pérdida de peso.
- Ictericia: La ictericia es un síntoma común de la cirrosis, causada por la acumulación de bilirrubina en la sangre.
- Dolor abdominal: La cirrosis puede causar dolor e hinchazón en el abdomen debido a la acumulación de líquido (ascitis).
- Varices esofágicas: La acumulación de tejido cicatricial en el hígado puede causar un aumento de la presión en las venas que drenan el hígado, lo que puede causar varices esofágicas.
- Encefalopatía hepática: La cirrosis también puede causar encefalopatía hepática, un trastorno cerebral causado por la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro.
- Prurito: Puede existir prurito en la piel debido a una acumulación de bilirrubina.
¿Cómo se diagnostica la cirrosis hepática?
El diagnóstico de la cirrosis hepática se basa en una combinación de análisis de laboratorio, imágenes y examen físico. A continuación se describen algunas de las pruebas utilizadas para diagnosticar la cirrosis hepática:
- Análisis de sangre: Los análisis de sangre pueden indicar la presencia de enfermedad hepática, incluyendo la cirrosis. Los niveles de enzimas hepáticas, como la alanina transaminasa (ALT) y la aspartato transaminasa (AST), pueden estar elevados en personas con cirrosis.
- Pruebas de coagulación: La cirrosis puede afectar la capacidad del hígado para producir factores de coagulación, lo que puede aumentar el riesgo de sangrado.
- Ecografía: La ecografía utiliza ondas sonoras para crear imágenes del hígado. Puede mostrar si el hígado está agrandado o si hay cicatrices o acumulación de líquido en el hígado.
- Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM): Estas pruebas pueden proporcionar imágenes detalladas del hígado y los vasos sanguíneos que lo nutren.
- Biopsia hepática: La biopsia hepática es un procedimiento en el cual se extrae una pequeña muestra de tejido del hígado para su examen microscópico. Puede confirmar el diagnóstico de cirrosis y determinar la causa subyacente.
¿Cuál es el tratamiento para la cirrosis hepática?
El tratamiento de la cirrosis hepática se enfoca en controlar y prevenir las complicaciones de la enfermedad, así como en tratar la causa subyacente. El tratamiento puede incluir los siguientes aspectos:
- Controlar el consumo de alcohol: La abstinencia total del alcohol es esencial para evitar el avance de la cirrosis.
- Tratamiento de la hepatitis viral: Si la cirrosis es causada por una infección viral del hígado, puede ser necesario tratar la infección con medicamentos antivirales.
- Control de las enfermedades crónicas: Es importante controlar las enfermedades crónicas asociadas con la cirrosis, como la diabetes y la hipertensión, para reducir el estrés en el hígado.
- Control de la ascitis: La ascitis es la acumulación de líquido en el abdomen causada por la cirrosis. Puede ser tratada con diuréticos, dieta baja en sal y, en casos graves, con paracentesis.
- Control de la encefalopatía hepática: La encefalopatía hepática es una complicación cerebral causada por la cirrosis. Puede ser tratada con medidas dietéticas, medicamentos y, en casos graves, con un trasplante de hígado.
- Trasplante de hígado: En casos avanzados de cirrosis, el trasplante de hígado puede ser la única opción.
De igual forma, siempre se recomienda, que ante un diagnóstico de cirrosis hepática, el paciente siempre acuda a tu médico especialista, para el control de cualquier tipo de sintomatología o malestar que le aqueje.